Más de media España cree que las manifestaciones de ayer y hoy contra el retraso en la edad de jubilación a los 67 años son, apenas, un envite ("un embite", dicen algunos) de UGT y CCOO que pretende combatir la impresión de que ambos sindicatos han perdido ante Zapatero el fuelle que tenían contra Felipe y Aznar –y que conservan en las comunidades autónomas y los municipios, habría que decir–. O sea que más de media España percibe que el envite sindical de ayer y hoy difícilmente será un órdago si La Moncloa es capaz de cubrir lo que quieren ambas centrales.
Y es cierto que puede que la percepción de todos esos españoles no se ajuste a la realidad –como desea Don Gato–, pero también lo es que nada pesa eso cuando se sabe que, en política, importa más lo que las cosas parecen que lo que las cosas son. De modo que UGT y CCOO deben saber que su cambio de escenario impuso el precio que ambos deben pagar por cada iniciativa, desde que saltaron de lo laboral a lo político... tiempo ha.
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