viernes, 10 de diciembre de 2010

Reveladores 'leaks'

Don Gato ha hecho un esfuerzo para volver diez años atrás y escribir esto como el editorial de un diario nacional. Espera que los suyos le entiendan.
La puesta a disposición del público de los cables del Departamento de Estado a los que ha tenido acceso 'Wikileaks' (por más administrados que estén siendo por parte de sus conocedores en primicia) ha puesto ya de manifiesto algunas cosas que todo el mundo debe valorar; como que la Diplomacia de EEUU se comporta exactamente como muchos imaginaban.
Pero, al tiempo, ha puesto de manifiesto cosas que nadie esperaba: como que haya funcionarios de máximo nivel en estados como el español que se deshacen para agradar a sus interlocutores USA o que muchos gobiernos utilicen un doble lenguaje en sus relaciones internacionales (lo de España tiene enjundia en lo moral, pero lo de Arabia y China, frente a Irán y Corea –respectivamente– es más relevante. Y no deben perderse de vista esos dos extremos porque, ambos, marcarán el futuro del mundo).
Así y todo, el caso de las filtraciones de 'Wikileaks' –por atractivo que sea, que lo es– no puede enmascarar algunas verdades. La primera, que la Diplomacia de EEUU hace –y muy bien– lo que debe (defender el interés de su país); la segunda, que hay cargos públicos de países democráticos que no están a la altura que se les supone; y, la tercera, que la tecnología obligará a cambiar principios inamovibles en el mundo hasta hace poco.
Así las cosas, lo peor de este episodio de 'Wikileaks' no son las filtraciones –que son la razón de ser de la web, no se olvide–, sino la constatación de que, 3.000 años después de la Grecia clásica, la Humanidad aún no haya descubierto una forma mejor de ponerse a salvo de lo que le inquieta que la falacia ‘ad hominem’ –de la que se quejaba Sócrates– o ‘la matanza del mensajero’, como se dice hoy. Porque perseguir a Julian Assange por no haber podido (supuestamente, todo sea dicho) dar marcha atrás cuando se le había roto el condón durante unas relaciones sexuales consentidas, parece un sarcasmo cuando lo que está en cuestión es el mundo moderno.

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